viernes, 25 de febrero de 2011

Advertencias... Cáp. 15

Tal como lo pensé, fue una larga velada. No hicieron más que pelearse como unos niñitos de cinco años, descutían hasta porque el mosquito pasaba y empezaba a hartarme. Tuve que fingir un dolor de cabeza para que aceptaran irnos y por consiguiente, callarse. No entendía por qué se comportaban de esa manera tan estúpida e infantil, no existía razón cuerda y lógica para comprender aquello. Según Vanessa eran celos pero yo no lo podía concebir de esa manera tan tonta. Lucas no podía estar celoso, fastidiado sí pero, ¿celoso?

Cada día me sentía más extraña cerca de Nicholas y además extrañaba a mi madre. La primera semana había sido bastante difícil lejos de mi familia, lejos de mi madre. Necesitaba sus concejos ahora más que nunca y por momentos incluso me arrepentía de haberle dejado ir. Nos comunicábamos muy a menudo pero no era lo mismo escucharla que verla. Se había enterado de mis salidas con Nicholas por medio de mi hermana y yo no me había negado a decírselo. Era obvio que a mi madre tampoco le simpatizaba la idea de que entre él y yo hubiese algo, desconfiaba de él y su "mundo", como le llamó una vez. La comprendía y no la juzgaba en absoluto, incluso yo me sentía así muy a menudo. Mi relación con Nick ya no era ningún secreto, el mundo entero sabía que él y yo eramos amigos. De esa manera mi hermana se había enterado de todo. La prensa especulaba y no faltaba entrevista en la que le preguntaran sobre mi; y a mi vez no faltaba alguna persona imprudente que se me acercara y me preguntara si era cierto lo que en los medios se comentaban, y esa situación me comenzaba a fastidiar. Nicholas decía que era normal y que no hiciera caso.

Por otro lado, ya no lo veía tanto como antes, su escusa era que estaba muy ocupado pues al parecer sus vacaciones, ya extendidas una primera vez, se habían vuelto a ampliar y ya no eran vacaciones si no días de trabajo. La verdad, no sabía si creerle; su voz dudaba cuando me lo decía, por telefono, lo cual lo hacía poco verosímil. Me ponía ansiosa y ya no me concentraba mucho en mis clases porque me ponía a pensar en él y la gente notaba mi cambio. Ni siquiera mis compañeros de baile se abstenían de hechame miraditas extrañas, y eso que los conocía desde hacía mucho.

Estaba en el patio intentando relajarme un poco luego de la dura tarde que había tenido, cuando llamaron a la puerta y tuve que ir a atender. ¿Quién demonios será? pensé mientras me dirigía a la puerta. Un hombre alto y delgado de cabellos castaños claros y ojos verdes  apareció frente a mí. Llevaba pantalón elegante y una camisa. Recién afeitado y muy bien peinado. Recordaba ese aroma, lo podía reconocer de entre muchos. Mi corazón dio un brinco al verlo sonreír y extender los brazos hacia mí.

- ¡Papá! -exclamé mientras lo abrazaba tan fuerte como podía.
- Princesa -respondió apartandome un poco para mirarme con detenimiento- Que grande estás...
- Gracias ¿Cómo me encontraste...?
- La Srta. Robinson no ha cambiado desde que me fui, aún se sienta frente a su ventana a mirar a todo aquel que pasa por ahí...

El recuerdo de la Srta. Robinson llegó a mí inesperado como una tormenta. Su rostro apergaminado observandome através de la ventana mientras llegaba de mis clases de baile, mientras acariciaba a uno de sus tantos gatos y se acomodaba el sombrero y se mesía en su silla de madera. Era una ansiana solterona que vivía sola. No tenía hijos, ni esposo, ni hermanos, tan solo a sus siete gatos. Había heredado la casa en la que vivía, de su padre muerto en la guerra. No era mala ni gruñona pero sí bastante extraña y solitaria.

- Es un alivio que aún siga viva.
- Esa mujer es de piedra -opinó. Asentí.
- Me alegro mucho de verte. Te he extrañado muchísimo.
- Y yo a ti. Durante la última semana estuve muy inquieto. Me enteré de tu amistad con aquel muchacho famoso... Sophy, linda, aléjate de él por favor.
- ¿Por qué? -estaba a punto de responderme cuando Nicholas llegó, en mal momento.
- ¿Interrumpo? -inquirió al ver a mi padre, sin saber quién era.
- No,claro que no -se apresuró a responder él- David Anderson, soy papá de Sophia.
- Nicholas Fletcher, mucho gusto.
- Igualmente -respondió- Espero que seas inteligente y me hagas caso. Nos vemos luego cariño -dijo dirigiéndose a mi y disponiéndose con un beso en la frente- Adiós muchacho -diciendo eso se alejó y subió a su auto.

Lo observé mientras conducía por la calle hasta que desapareció en una curva. ¿A qué se refería mi padre? mejor dicho ¿Por qué quería que me alejara de él? Quizá por la misma razón que mi madre pero, algo me decía que la intención de sus palabras era otra. Cuando lo dijo, lo hizo con mayor gravedad en la voz, lo cual me hacía dudar de la primera opción. Tuve que disculparme con Nick y pedirle que se marchara. Las palabras de papá me habían dejado demasiado confundida, consternada como para mantener una conversación. Dentro de mi los sentimientos y emociones se combinaban confundiéndome todavía más.

Aquella tarde, la cual recuerdo, más que con felicidad, con un poco de melancolía, cólera y tristeza, Nicholas me llamó para invitarme a una reunión que sus padres habían organizado en la gran residencia de los Fletcher para celebrar un nuevo contrato, al parecer "importantísimo" que Nicholas había firmado el día anterior. Las ansias de verlo otra vez sobre pasaron a mis otros motivos e hicieron que aceptara a pesar de que el recuerdo de lo dicho por mi padre aún daba vueltas en mi cabeza. Llegó a la hora pactada, con su limpio traje y me llevó hasta la mansión. Habían autos estacionados por todas partes y se escuchaba una extraña música desde dentro. Me invitó a pasar y el infierno comenzó. Sus invitados lo comenzaron a saludar y el mar de gente se lo llevó dejándome más sola que en el desierto. Caminé hasta una mesa y me senté con la esperanza de que el tiempo pasara rápido y mi agonía terminara.

-¿Puedo sentarme? -la voz desconocida de una mujer sonó a mis espaldas.
- Claro
- Oh, tú debes ser Sophia ¿verdad?
- Sí -respondí nerviosa.
- Eres tal como te imaginé -correcto, y ¿usted quien es?
- Supongo que eso es bueno -respondí con una leve sonrisita, llena de nervios.
- Oh, disculpa. Mi nombre es Theresa Fletcher, soy mamá de Nicholas.
- Mucho gusto.
- Nick nos ha hablado mucho de ti -comentó, a la vez que tomaba asiento.
- ¿En serio? -intenté ocultar mi emoción.
- Sí, todo el tiempo...
- Mi madre suele exagerar de vez en cuando -interrumpió Nicholas.
- Encontré a esta linda muchachita sola mientras las moscas le daban vueltas, ¿dónde estuviste?
- Lo sé, lo lamento Sophia.
- No te preocupes. Afortunadamente tu madre me encontró.
- ¿Quieres acompañarme un momento? -preguntó Nicholas.
- Sí, claro. Fue un placer conocerla señora.
- Igualmente pequeña.

Nos alejamos entre la gente hasta que llegamos a la terraza.

- Lamento si mamá te incomodó -se disculpó mientras cerraba las puertas creando un ambiente más tranquilo.
- No, todo lo contrario, me pareció una mujer encantadora.
- Es bueno escucharlo pero, no te traje aquí para eso.
- ¿Ah no?
- No, en realidad no -hizo una pausa y luego continuó- Es extraño el rumbo que han tomado las cosas y a veces no sé qué es lo que va a pasar luego. Sé que voy a tener problemas por esto y que voy a meterme en terreno inseguro pero no me importa. Al diablo con todos ¿sabes? Durante mucho tiempo me han dicho qué hacer y qué no hacer, han decidido sobre mi ropa y mi peinado pero, nadie decide sobre mis sentimientos y no voy a permitir que nadie arruine las cosas esta vez, porque ¿sabes qué Sophia? Yo te quiero demasiado, más... más de lo que jamás creí, cada segundo lejos de ti... es terrible. Cuando te vi en la playa no te tomé mucha importancia pero luego, cuando discutimos y me gritaste de esa manera, me di cuenta de que eras la única persona que me podía poner en mi lugar y luego te conocí y también noté que era sensible y dulce. Sophy, no me importa nadie más que tú.

Sonaba tan cincero, tan lindo que lo creí, algo de lo que luego de unos años me arrepentí.

- Estuve pensando que bueno, quizá tú y yo...
- Sí -era obvio a lo que se refería pero él no lo podía decir.
- ¿En serio?
- ¿Por qué mentiría?

Sonrió y me abrazó. Sentía como la alegría y la emoción subían por mi cuerpo y aceleraban mi corazón. De pronto la felicidad fue reemplazada por el terror. Las palabras de mi madre y las de papá retumbaron en mi cabeza. Muchas imágenes recorrieron mi mente: problemas por causa de su profesión y cosas similares.

- ¿Algo anda mal? -preguntó nervioso- No estás segura ¿cierto?
- No, todo está muy bien -mentí sin mucho éxito.
- Dime la verdad por favor...
- Nicholas, tu padre te busca -interrumpió un hombre
- Gracias Teddy, ya voy -su manager desapareció- Ya vuelvo.

Y no regresó hasta el final de la noche cuando la música terminó. Había cantado todo el tiempo mientras que a mi me daban vueltas las mosca otra vez. Muy dentro de mi sabía que estaba cometiendo un error al aceptar ser pareja de Nicholas.

lunes, 7 de febrero de 2011

Competencia... Cáp. 14

Las luces de la ciudad iban quedando a nuestras espaldas a cada kilómetro que recorríamos. La calefacción estaba encendida y el ambiente bastante cálido pero no era cómodo estar allí. Me sentía realmente molesta y decepcionada por Nicholas. Y mientras yo me hundía en mi enojo él se mantenía ajeno a la situación mientras coreaba lo que sonaba en la radio. ¿A caso no se había dado cuenta de lo mal que se había comportado y de la mala primera impresión que le había causado a Lucas? Era como si él viviera en un mundo paralelo en el que nada era malo y que no importaba lo que decías. ¿Cómo demonios podía mantenerse tan al margen? ¿Es que acaso creía que ir por ahí derrochando su alto ego era algo normal? ¿No notó lo molesto que fue escucharlo, toda la velada, mencionar sus innumerables logros? No estaba, en absoluto, en desacuerdo con el hecho de que fuera un chico con mucho éxito y talento; pero había momentos en que era mejor ser sencillo y humilde.

- ¿Qué pasa? -inquirió Nicholas, deteniendo abruptamente su canto y disminuyendo el volumen del reproductor hasta que se hizo inaudible, con una gran sonrisa. ¿Se le hacía graciosa mi molestia? ¿Me veía chistosa acaso?
- Estoy enojada -declaré lo suficientemente seria como para que entendiera lo importante de la situación.
- Creo que es algo bastante obvio -seguía divertido. No era momento de alegría.
- ¿Te parece divertido que esté enojada? -esto no iba bien.
- No -respondió sin despegar la mirada del camino- ¿Qué fue lo que te puso de tan mal humor?
- Tú y tu actitud -comenté fría.
- ¿Qué hice esta vez?
- ¿Qué hiciste? Todo. Te comportaste de lo ególatra esta noche, nada humilde y bastante ostentoso. No es cómodo escuchar a alguien parlotear toda la noche sobre él mismo.
- Irrité a tu amiguito. ¿Es eso?
- No fue el único irritado.
- ¿También te incomodé?
- Quizá para ti sea normal, hablar de ti el tiempo entero, pero por lo general en una charla los temas a tratar son muchos, distintos ¿sabes?
- Lo siento. La cuestión es que es así como soy y tú lo sabes, Sophia.
- Sí. Pero pensé que eras más observador.
- ¿A qué te refieres?
- Quizá no lo notaste pero, Lucas estaba bastante incomodo y yo tenía ganas de golpearte.
- Pensé que eras menos ruda -comentó con alegría. Lo miré con amargura y él se disculpó.
- Correcto, lo siento. Prometo ser más observador la próxima vez y descuida, mis niveles de ego disminuirán de aquí en adelante -aseguró haciendo gestos con las manos alrededor del timón.
- ¡Gracias!

Vanessa, Lucas y yo habíamos acordado ir al centro a ver alguna película y pasar un rato juntos. Me sentía muy nerviosa y ansiosa por la reunión. Temía por la reacción de Lucas luego del pequeño disgusto. Lo conocía más que a Nicholas y había más confidencia entre nosotros así que sería más fácil sacarle información a él. Tenía que saber que pasaba entre esos dos, qué era lo que no había podido comprender la noche pasada, qué secreto se escondía tras sus miradas.

El timbre sonó y corrí escaleras abajo para atender la puerta. Lo que me extrañó fue que Lucas llegara tan temprano, faltaba media hora para que se cumpliera el horario establecido y él era de los que llegaban tarde. Pero luego noté que no era Lucas quién estaba ahí...

- ¡Nicholas! -exclamé más que emocionada, sorprendida.
- Sí, lo sé, debí esperar a que me contestaras el teléfono antes de venir pero, créeme que llamé muchas veces y jamás contestaste.
- Se debe haber quedado en mi bolso y por eso no lo oí -me defendí.
- ¿Puedo pasar?
- Sí claro -Nicholas se había quedado mirándome y me hizo sentir extraña- ¿Qué?
- ¿Vas a alguna parte? -preguntó. Vanessa apareció y Nicholas cambió la pregunta- ¿Van a alguna parte?
- Sí. De hecho, Lucas va con nosotras -explicó mi amiga. Desee que jamás hubiese hablado.
- Lucas ¿eh? -dijo Nicholas enarcando las cejas.
- Sí... -respondí.
- En ese caso… Creo que es mejor que me quede.
- ¿Qué te quedes? -reaccioné. Pensé que diría que se marchaba.
- Sí. Claro, si es que no incomodo.
- Oh, vamos Nicholas… -saltó Vanessa- Tú nunca incomodas -continuo sonriente mientras lo tomaba del brazo, y se lo llevaba a la sala. Genial...

Subí al dormitorio y terminé de arreglarme. Escuché a alguien caminado por la calle y me asomé a la ventana. Lucas llegaba alegre, sonriente. Nos llegó la hora. Bajé corriendo tan rápida y silenciosamente que pude, llegando a la puerta antes de que mi amigo pudiera tocarla. La abrí y me escurrí fuera de la casa intentando parecer normal.

- ¡Lucas! -saludo con una sonrisa un tanto falsa y tratando que no se notara mi agitación.
- Sophia, ¿por qué tan exaltada? -se sorprende.
- Sé que esta salida tenía que ser sólo para nosotros pero… surgió un incidente -anticipé.
- No comprendo.
- Nicholas llegó de imprevisto y quiere quedarse -solté. Lucas torció el gesto en señal de desaprobación- Lo sé… no lo soportas pero no puedo echarlo de aquí ¿o si?
- Al diablo con la educación, Sophia. Arruinará nuestra salida… Déjame entrar, yo lo saco -dijo avanzando hacia la puerta.
- No, no, no -corrí y me interpuse- Por favor. No comentas una tontería. Las cosas saldrán bien, te lo aseguro.
- Los daños corren por tu cuenta -advirtió.
- Hecho -asentí no del todo segura.

Vanessa y Nicholas estaban inmersos en una interesante y divertida conversación, la cual fue interrumpida por un innecesario carraspeo de parte de Lucas.

- Lucas -saludó Nick, más entusiasmado de lo necesario o imaginable- Que bueno verte -continuó poniéndose de pie y extendiéndole la mano a mi amigo.
- Nicholas -respondió él dando un paso atrás, con una risa, lo suficientemente fingida como para que un ciego lo notase- Me temo que no puedo decir lo mismo de ti, lo siento.
- Que bueno que llegaste, ya se nos estaba haciendo tarde. ¿Se estropió el reloj o algo por el estilo? Procura llegar más temprano la próxima ¿si?
- Gracias, Vanessa, por suerte mi reloj y yo estamos bien -dijo sarcásticamente- Un simple “hola” era suficiente -continuó dejando la broma atrás.
- ¿Nos vamos? -invitó Nicholas, sacando una peluca y unos lentes. Se veía absurdo. Reprimí una risita.
- ¿Qué demonios es eso? -se mofó Lucas.
- Esto, mi amigo, se llama camuflaje.
- Como quieras -respondió
- Vamos -corté.

Tan pronto como atravesé el umbral de la casa, ambos se prendieron de un brazo cada uno y me miraron ansiosos.

- Muchachos… yo puedo sola, gracias -me soltaron y corrieron hasta el auto e intentaron abrir la puerta del piloto, sin éxito- Yo conduzco, permiso -dije manteniendo el dispositivo de la alarma en alto.

Se alejaron y yo me introduje en la cabina, seguida de Vanessa quien se sentó atrás. Los muchachos peleaban por el derecho de sentarse delante. Lucas señaló hacia el lado opuesto, murmurando algo, y Nicholas volteó. Mi amigo aprovechó su distracción para ganarle.

- Son patéticos -masculló Vanessa antes de que Lucas se nos uniera.
- Tu amiguito es más tonto de lo que aparenta -se mofó él. Nick terminó sentado junto a mi amiga, rendido.

Tan pronto como me estacioné, bajé del auto y arrastré a Vanessa junto a mí evitando que se me acercaran otra vez. Ella los envió a comprarlos boletos y la comida, cosa que agradecí. Nos divertimos un rato viéndolos discutir en la cola e incluso en la ventanilla.

- Nicholas quería ver una de princesitas -informó Lucas.
- Eso no es cierto -le refutó Nick
- ¡Basta! ¿si? -los reprendí.
- Lo siento -respondieron al unísono.

Ésta iba a ser una larga velada...