viernes, 16 de marzo de 2012

Cap 27

Luego de aquel pequeño incidente en la librería, tardé mucho en pasar por ahí otra vez. Pero las circunstancias me llevaron frente a la puerta del recinto. Era el cumpleaños de mi abuelo y lo iríamos a visitar para pasar unos días con él, de manera que debía encontrar un regalo que le agradara. El hombre siempre había disfrutado de la compañía de un buen libro y en casa tenía una gran colección de los mismos, una biblioteca realmente grande y variada; de manera que convine que un buen ejemplar lo haría feliz y si era uno de aquellos antiguos libros sobre crímenes y misterios sin resolver, sería aún mejor. El asunto es que luego de pasearme por muchas librerías no pude encontrar tales tomos y de pronto me vi obligado a acudir a aquella gran reserva de libros antiguos, donde de seguro encontraría alguno como el que buscaba. Pero había algo que no me dejaba tranquilo. La última vez que había estado allí práctricamente quedé en ridículo marchándome de esa manera tan intempestiva y por lo general me costaba mucho olvidarme de acontecimientos tan vergonzosos como aquel. Mas una idea llegó a mi mente aparentemente como una salvación. Lo que me preocupaba era que esa chica me reconociera y supiera que era el extraño tipo que había huido estúpidamente pero, era un tanto improbable que ese día atendiera la misma persona en la librería pues cuando estuve ahí era lunes y ahora era sábado y podía ser su día de descanso.
Así pues, con esa idea salvadora me llené de valor y fui al tan mentado lugar. Cuando ingresé, para mi sorpresa, lo primero que vi fue a la joven de la vez anterior parada detrás de mostrador de la entrada, concentrada en la lectura de un libro que tenía la pasta bastante maltratada por el uso. Quise pasar deapercibido  pero era muy tarde, la puerta se cerró detrás de mi ruidosamente lo cual hizo que apartara su atención del libro, cosa que la insignificante campanilla que sonó al momento en que entré no había logrado.
-Bienvenido-saludo con amabilidad mientras cerraba el tomo-¿En qué lo puedo ayudar?
Yo seguía parado en la puerta sin reaccionar esperando que la tierra me tragara.
-Adelante-me invitó.
Parpadeé un par de veces y caminé hacia a ella.
-Busco un libro.
Es obvio.
-¿De qué tipo? ¿Quizá algo de poesía?
Reí ante el recuerdo y respondí negativamente.
-Algo como un libro policiaco, con misterios.
-Sí por su puesto. Acompáñeme.
Caminó entre los estantes y yo la seguí. Se detuvo frente a uno y extrajo unos cuantos libros.
-¿Son para usted?-preguntó mientras trataba de simular que no intentaba con fervor alcanzar la parte más alta de la repisa.
-No, es para mi abuelo-le dije-Déjame ayudarte-añadí.
Ella se hizo a un lado.Con facilidad le di el libro y sonriente me lo agradeció.
Me detuve un segundo en observarla.
Era bella. Tenía una hermosa sonrisa. Su piel era blanca y sus ojos claros, juntos hacían un muy bonito contraste con sus cabellos oscuros. Había algo en su rostro que se me hacía familiar y a la vez sus modos me hacían pensar que no era como las muchas personas que había conocido en mi vida.
-Aquí tiene. Estos son todos los ejemplares policiacos que tenemos.
Le di un par de vueltas a los libros, simulando que los analizaba pero lo cierto es que no tenía ni la más remota idea de aquello. Así que me aventuré a preguntarle cual escogería ella y, a diferencia mía, ella parecía haberlos leído todos y, muy hábilmente, escogió uno. Sin decir nada más, acepté y le dije que lo llevaría.
Volvimos al mostrador y le pagué por el libro para luego marcharme con la idea de que a aquella chica la había visto en algún lado.

Sophia:
Había conseguido ocupar mi agenda al máximo, de esa manera los deberes me impedirían pensar en mis problemas y pronto aprendí a bloquear el dolor que la ausencia de Lucas me causaba pero, el problema era que cuando llegaba la hora de ir a dormir tardaba horas en conciliar el sueño. Daba vueltas en la cama como una loca, prendía y apagaba la luz, leía, veía televisión, incluso salía a correr y cuando regresaba, tomaba un baño y me metía en la cama, mis párpados se negaban a pesarme. Claro que había noches en las que conseguía dormirme con facilidad pero durante la madrugada despertaba repentinamente y ya no volvía a cerrar los ojos. Todo de noche se escucha más así que el mínimo sonido parecía un concierto y me impedía descansar. Era terrible pero, aunque no durmiese, por la mañana no tenía sueño y parecía que había dormido de maravilla y no bostezaba en todo el día, lo cual lo hacía más extraño de lo que era. De cualquier manera, odiaba la noche.

Aquel fin de semana iría a Roma a visitar a mi madre y pasar un tiempo con ella. La extrañaba mucho así que me sentaría de maravilla verla y pensé que posiblemente el cambio de aire me ayudaría con el insomnio, más tarde entendí que eso no pasaría pues no pude pegar el ojo por un buen rato, y el hecho de que hubiera una tormenta no me ayudó. Siempre le había tenido miedo a los truenos pero durante las noches como aquella, siempre había estado alguien conmigo: mi mamá,Vanessa, mientras vivía con ella, Lucas....
Lucas.
Una lágrima mojó la almohada. Muchas otras la siguieron y pronto la tela estaba toda mojada.
Sentía que algo aplastaba mi corazón.
La luz de la luna entraba por la ventana. Me puse de pie para acercame. El cielo estaba estrellado, más bello que nunca.
Pero él no lo puede ver.


Por la mañana bajé a tomar desayuno y encontré a mi madre y a mi padrastro preparando la comida. Justo como lo recordaba.
-¿Chocolate?-ofreció mi madre.-¿O es demasiado para ti?
-No, está bien-respondí sonriente.
Puso la tasa humeante de líquido marrón frente a mí y se sentó a mi lado esperando que el suyo enfriase un poco.
-¿Qué les apetece hacer hoy?-preguntó mi padrastro.
-Depende de que lo quiera Sophy-dijo la mujer y se giró para verme.-¿Y bien qué es lo que se te ocurre para hoy?
Aunque la escuchaba sus palabras no llegaban a mi cerebro y no me di  cuenta de que me estaba dirigiendo la  palabra.
-¿Sophia?
Esta vez logré hablar pero no fue precisamente sobre lo que ella quería saber.
-Si pudieras reparar algún error en tu vida ¿qué sería?-le pregunté sin mirarla.
-¿A qué te refieres?
-¿No hay nada de lo que te arrepientas?
Ella me miró sorprendida y luego de unos segundos respondió.
-Probablemente pero, si pudiera arreglarlos no lo haría. Sólo cometiendo errores se aprende.
Era una respuesta razonable.
Asentí. Tomé mi tasa y me puse de pie.
-Si quieren salir, vallan. La verdad no me siento bien. Iré a mi cuarto.-comuniqué con amabilidad-Gracias mamá.-le sonreí.

La gruesa tela con la que estaban hechas mis cortinas impidió que la luz entrara y de pronto la oscuridad llamó al sueño y logré dormir como no lo había hecho desde hacía mucho. No recuerdo lo que soñé pero sí que el sonido de mi teléfono me despertó.
Era la mamá de Vanessa.
-Está muy enferma así que hemos tenido que internarla-me informó.
-Oh, Dios mio. Qué terrible. ¿En qué clínica está?
-De todos modos no tiene importancia que sepas el nombre-añadió luego de decirme el lugar- No creo que te sea posible venir desde tan lejos y con la agenda tan ocupada, sólo llamaba porque me pareció importante que lo supieras.
-No, todo lo contrario. Pasaré por ahí de inmediato. Estoy en casa de mis padres pero pensé que Vanessa estaba en Liverpool.
-No, gracias a Dios ella se mudo conmigo hace poco.-comentó-Qué bueno que vengas. Te esperamos.

-¿Cómo te sientes?-le pregunté sentándome a los pies de cama.
-Mejor. Parece que las pastillas están haciendo efecto.
Pues si eso era cierto y mi amiga estaba mejor pues no quería imaginar como había estado. Su semblante era muy pálido y tenía grandes ojeras, su cabellos había perdido brillo y su voz era frágil.
Me puse de pie y caminé por el pequeño cuarto.
-¿Y esa chaqueta?-quise saber ante la sorpresa de que en su habitación hubiera una prenda masculina.
Ella pareció sorprenderse tanto como yo pero al momento con tranquilidad aseguro que era su padre.
-¿Cuánto tiempo tendrás que quedarte aquí?
-Aún no lo sé los médico están haciendo un par de análisis todavía así que no nos lo han dicho todavía.
Asentí con los labios fruncidos.
-Lo importante es que te vas a recuperar.
-Con permiso-la puerta se abrió.
Era Josua. A diferencia de Nicholas y yo, Josua y Vanessa había mantenido su relación y eran bastante felices con eso. Como era natural había ido a visitar a mi amiga.
-¡Sophia!-exclamó con emoción y alegría-Qué bueno verte-me abrazó.
-¿Qué tal Josua?-lo saludé con una sonrisa-Sí, es cierto hace mucho que no nos vemos.
La puerta se volvió a abrir. La felicidad se me escapó del cuerpo.
-Hola-saludó, simulando naturalidad.
¿Qué diablos hace aquí?
-Josua me contó de Vanessa y pensé en acompañarlo-dijo como si pudiera leer mi mente.
La tensión se sentía en el aire. Se hizo un silencio grutal, que fue roto por el amigo de Fletcher al preguntarle a su novia cómo se sentía.
-Ya me quiero ir. Los doctores siguen haciendo análisis así que aún no sé cuándo me darán de alta.
-Tienes que ser paciente, es mejor que descarten todo ahora y que cuando salgas estés segura de que no volverás aquí otra vez-le recordó.
Nicholas seguía mirándome y yo ya no lo soportaba más, debía salir de ahí.
-Creo que ya somos muchos aquí.-dije observándolo con ojos fríos-Vuelvo luego-me dirigí a mi amiga y luego añadí viendo a su enamorado-Fue un gusto volver a verte, Josua. Con permiso.
Una vez fuera respiré profundamente

Lucas:
A mi abuelo le encantó el regalo, dijo que había sido una muy buena elección.
Al día siguiente de la celebración, estábamos sentados juntos en la sala conversando, cuando recibí una llamada de la mamá de Vanessa, al parecer su hija había caído enferma gravemente y estaba internada en una clínica en Roma y que si quería verla debía apurarme, antes de que Sophia lo supiera. De manera que me escusé con mi familia y partí a la cápital. No me detuve en ir a mi casa a dejar mis maletas, fui directo a verla.
Estuvimos un rato conversando y luego recordé que mis cosas todavía estaban en el auto, me sentí cansado y pensé en ir a casa a tomar un baño. Y así lo hice. Ya lejos del hospital me di cuenta de que había dejado mi chaqueta en la habitación de Vanessa pero ya estaba cerca de casa así que decidí volver luego por ella.

Luego de tomar una ducha caliente, cambiarme y comer algo, volví a la clínica. Pero antes de entrar en la habitación de mi amiga le pedí a una enfermera que cerciorase de que Vanessa estaba sola y una vez que dijo que sí ingresé.
-Mi chaqueta-dije mientras la tomaba- Pensé en volver por ella de inmediato pero ya estaba muy lejos.
-Fue mejor así. Sophia estuvo aquí y preguntó por ella, le tuve que decir que era de mi padre, felizmente me creyó.
Suspiré con alivio. Si hubiera vuelto aquello hubiese sido una pesadilla y todo se habría venido abajo.
Continuamos hablando hasta que el horario de visitas terminó y me vi obligado a marcharme.
Aquella noche dormí intranquilo. Visitar a Vanessa durante su estadía en la clínica era un riesgo pero ella era mi amiga y no podía dejarla en un momento tan crucial de su vida.

De alguna manera encontré, el estar en aquella librería de antiguedades, muy pacífico y placentero. Era tan callado y pocas personas se asomaban por ahí. Pronto descubrí que por mucho que quisiera evitar aquella joven, no podría. Era la única que trabajaba ahí así que si quería evadirla tendría que dejar de frecuentar el lugar y no lo haría porque los libros que habían ahí ocupaban mi mente y así ya no pensaba en mis problemas.
Lo cierto era que no solo los libros me distraían sino que aquella chica también lo hacía. Me observaba con cautela, pensando que yo no lo notaba, trataba de hacer el mínimo ruido cuando se acercaba pero de igual manera me daba cuenta de su presencia. Ella no sabía mi nombre y yo no sabía el suyo. No se lo había dicho pues aún no podía pronunciar mi "nuevo" nombre y hacer que el resto creyera que estaba seguro de lo que decía, además la oportunidad no se presentaba todavía. Mas no tardó en llegar.

jueves, 23 de febrero de 2012

Cap 26

Si mis cálculos no me fallaban aquella era la mañana número ocho desde la muerte de Lucas y la número tres desde mi deprimente encierro.Luego de salir del hospital  me puse en contacto con todas las personas necesarias para obtener información sobre Lucas, era seguro que había muerto pero quería saber cuánto tardarían en rescatar su cuerpo y cuando sería el funeral. Pero, las malas noticias sólo estaban por venir. El cuerpo de mi amigo nunca sería encontrado. Los pocos cadáveres que habían sido rescatados fueron aquellos que no se desintegraron al momento de la explosión y los que no habían sido comidos por los tiburones.
No había podido ni podría decirle adios a mi mejor amigo.
Luego de saber aquello, me di cuenta de cuan miserable era mi vida. Esa noche fui a un bar a tomar unas copas y cuando me di cuenta estaba tan ebria que apenas recordaba mi dirección. Desperté con una terrible resaca y me quedé todo el día en mi departamento. No quería ver a nadie. Mi vida había terminado. Era una pobre estúpida y la culpable de que Lucas estuviese muerto, pues, después de todo, si no hubiese sido tan insensible y hubiera pensado antes de hablar él y yo nunca hubiéramos peliado y no se habría marchado. ¿Cuántas estupideces más tenía que hacer antes de verme al borde del precipicio? Aunque en aquel punto, creo que ya lo estaba.
¿Qué sentido tenía el dinero, la fama, los "amigos", si iba por ahí destruyendo la vida de la gente? En otras palabras, ¿qué sentido tenía mi vida? ¿qué sentido puede tener la vida de alguien que había logrado aparatar a todos aquellos a los que amaba y que no podía traerlos de vuelta? ¿De qué me servía ser una super modelo si eso sólo pagaba las cuentas mas no me hacía feliz?

Pasado el segundo día de mi encierro Marshall dejó tantos mensajes de voz en mi móvil que lo saturó y ya no pudo dejar más, al igual que con el teléfono fijo del departamento; de manera que se dio por vencido y fue a buscarme. Cuando llegó y llamó a la puerta no quise si quiera dar señales de que seguía allí pero llegados al punto en el cual estaba dispuesto a tirar la puerta abajo con tal de entrar, me vi forzada a dejarlo entrar.
-Esto es un desastre-opinó, tan pronto cuando vio el caos que se había dispersado a mi alrededor.-¿Cuándo fue la última vez que te peinaste? Sophia, te ves terriblemente mal. Parece que un trailer te atropelló. Las ojeras están a punto de llegarte a la barbilla.¿A caso no has dormido? ¿Todos estos días te la haz pasado ebria como la noche pasada?-continuó regañándome mientras yo caminaba hacia la sala y me volvía a sentar en el sofá.-¿Ya viste esto?-tiró un montón de revistas y periódicos sobre la mesa de centro-Jamás te habías embriagado tanto.
Apenas pude creer que aquella chica que parecía apenas poder caminar era yo. En cada una de las portadas estaba yo y claramente no era algo de lo que pudiese estar orgullosa. Definitivamente había tocado fondo.
-No tienes ni idea de todo lo que he tenido que hacer para aplacar a la prensa. ¡Esto es demasiado!-jamás había visto a Marshall tan enojado. Ni siquiera cuando unos de sus hijos había hecho uno malcriadés. -No pienso tolerar que esto llegue más allá. Esta es la primera y última vez que encabezas un espectáculo así, esto se acaba ahora y aquí. Tus padres están muy enojados, en especial tu padre. Apenas logré convencerlo de que no viniese para acá. Está furioso, perdón,estamos furiosos.-se quedó callado intentando recobrar la respiración y detuvo su andar de un lado para otro. Me observó esperando que dijera algo- ¿No vas a decir nada, o es que acaso no recuerdas nada de esto?
Realmente no sabía qué decir.¿Perdón?. Eso sólo lo molestaría más.
-Tuve que rechazar muchas entrevistas, mentir, pedir disculpas por algo que yo no hice y pagarle al muchacho para que no hable-continuó.
-¿Muchacho? ¿Qué muchacho?
-¿Cómo que cuál muchacho? El que besaste en el bar.¿O ya te olvidaste? Por suerte no pasó a mayores.
¿¡Había besado a un chico y no lo recordaba!?
-Si no piensas comprometerte con tu trabajo y sobreponerte, entonces se acabó Sophia.-advirtió con severidad. Pero luego se tranquilizó, tomó asiento junto a mi y en tono más bajo y compresivo continuó-Oye, entiendo que todo el asunto de Lucas te ha afectado pero, es ahora cuando debes ser fuerte y seguir adelante. Eso es lo que él siempre quiso, que nunca te dejaras arrastrar por la tristeza. Como amigo te digo que undirte en la depresión no hará más que llevarte a una clínica psiquiátrica y, como agente, sólo puedo decir que si no te sobrepones...no voy a seguir trabajando contigo.
Yo no sabía que hacer, no sabía que decir. Marshall tenía razón, esto no era bueno para mi. Necesitaba relajarme y seguir adelante. Después de todo, el modelaje era lo único que tenía y no podía arruinarlo como el resto de cosas.
-Está bien. La función debe continuar ¿verdad? Sólo dame un día más para arreglar este desastre.
-Perfecto.-se puso de pie-Enviaré a una mucama para que limpie todo esto.-anunció mientras cruzaba el umbral de la salida.

Lucas:
Las calles de Roma me hacían sentir en casa otra vez. Me gustaría decir que estaba feliz pero aún me sentía mal por el asunto de Sophia pero de cierta manera tenía la sensación de que a la larga sería la mejor decisión.   Desde que me había apartado de ella, me había dedicado a mi familia y a trabajar en la empresa de un tío, al cual, por su puesto había tenido que contarle todo lo que había pasado para que así, me diera un trabajo que no me exigiera ser visto o reconocido en la oficina pero que no fuera menos demandante que cualquier otro empleado del negocio. De manera que me nombró administrador de una pequeña sección y contrato un asistente que recogería mis informes y los llevaría a la empresa y así yo no tendría que aparecer mucho en la empresa al menos hasta que la gente se olvide del accidente y de mi supuesta muerte.
Ya había terminado de hacer el último informe del mes así que salí a estirar las piernas un poco. Caminando sin rumbo llegué a una especie de librería pero que no se parecía al resto de librerías en las que había estado. Llevado por la curiosidad más que por la necesidad de adquirir un nuevo ejemplar, ingresé en el recinto. Era grande y acogedor, habían muchos estantes repletos de libro que no aparentaban ser nuevos, era algo así como una librería de antigüedades. En el fondo del lugar, terminando con todos los almanaques había una pequeña sala con apenas dos asientos y una mesita de centro, la luz del sol entraba por una ventana de madera a un lado, iluminando el espacio de manera hermosa. Me acerqué a una estantería cercana y encontré un libro de poemas, lo tomé y me senté a leerlo. Empecé a revisar las páginas y los nombres de los poemas, ninguno llamaba mi atención pero, cuando estaba a punto de cerrar el libro y regresarlo al estante, un título me dejó pegado en la silla. "Poema 20- Pablo Neruda". A medida que mis ojos pasaban revista sobre cada uno de los versos, mi corazón se oprimía y mi vista se empañaba.
"Yo la quise, y aveces ella también me quiso"
¿Qué tanto se aplicaba esa frase en mi caso? Y si no se podía aplicar entonces ¿por qué me la recordaba tanto?
"En noches como ésta la tuve entre mis brazos"
Mientras ella dormía y yo susurraba en su oído cuanto la amaba aún a sabiendas de que ella no me oía.
"Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos"
Sus ojos hermosos y celestes como el mar.
"Pensar que no la tengo,sentir que la he perdido"
Porque ella me impulsó a hacerlo, aunque a mi me doliese, aunque a ambos nos pesase.
"Es tan corto el amor y es tan largo el olvido"
La había amado por más de nueve años,entonces ¿cuántos años tardaría en olvidarla?
Una lágrima corrió por mi mejilla y se estrelló contra las páginas de poesía.
-Oh-la voz de una mujer se dejó oír.
Había visto mi lágrima caer y al parecer le sorprendió.
Cerré el libro y secándome la cara con el dorso de la mano, me puse de pie.
-¿Quién está ahí?-exigí saber.
Había una muchacha de cabellos castaños detrás de un aparador que intentaba esconderse.
-Lo siento, no quise ser entrometida.
-No te preocupes. Sólo estaba leyendo un poco.-respondí, poniendo el libro de vuelta en el estante.-Pero ya se hizo tarde-añadí-con permiso.

lunes, 2 de enero de 2012

Cap 25

Lucas:

Salí del edificio y subí en el primer taxi que vi.
Sentía cómo por dentro el corazón se me estrujaba de dolor y amargura. ¿Cómo alguien podía ser tan mal agradecido e insensible? Aquello que Sophia me había dicho me había hecho darme cuenta de que quizá realmente era un estúpido y que perdía mi tiempo junto a ella. Pensé que era tiempo para mi.
Llegué a mi apartamento y busqué una maleta, coloqué todas mi ropa y tantas pertenencias como pude, tomé otro taxi y me dirigí al aeropuerto.
-Un boleto para el próximo avión a Italia, por favor.
La señorita detrás del mostrador tomó mis papeles y el dinero, finalmente me entregó el boleto de avión e indicó la hora de salida del vuelo.

Ya había hecho todo el trámite para que revisen las maletas y demás. Me iría y dejaría que Sophia se las arreglara sin mi.
-Sí, hoy vuelvo a Italia, dile a mamá que pronto la veré.
-Estoy muy feliz de que regreses hijo, le daré tu recado a tu madre. Adios.-contestó mi papá.
-Adios.
Hacia mucho calor así que fue al baño a mojarme la cara un momento, la verdad es que tuve que correr porque faltaba poco para que mi vuelo partiera.
Estaba saliendo de los servicios higiénicos cuando alguien me detuvo, era un amigo de mi abuelo que precisamente acaba de llegar al país, me entretuvo preguntándome sobre mi y para cuando terminamos de conversar con lo primero que me encontré fue con el gran panel que anunciaba el ritmo de los vuelo del día y para mi sorpresa descubrí que mi avión había partido.
No pensaba tomar eso como un aviso de que debía quedarme ni nada por el estilo yo me marcharía esa tarde así tuviese que comprar otro pasaje. Y así fue, compré otro boleto y ese mismo día partí de vuelta a Italia.

Sophia:

-Ven aquí un momento-me llamó Marshall y me llevó caminando lejos de las personas con las que había estado hablando.-Hay alguien que quiere conocerte.
Frente a nosotros había un hombre, de inmediato lo reconocí.Valentino.
-El gusto es mio-respondió.
Me sentía como en el mismo cuento de hadas. Una cosa era estar en su fiesta y vestir sus diseños y otra muy diferente estrecharle la mano.
Tuvimos una conversación muy amena, la cual fue interrumpida abruptamente.
-Señorita Anderson-interrumpió mi asistenta-La llama Vanessa Pierce. Dice que es urgente y la verdad suena muy desesperada.
Miré a Marshall con la duda en el rostro, él asintió dándome permiso para contestar.
-Disculpen-tomé el teléfono y me hice a un lado.-Vanessa¿qué sucede?
-Sophia....ha sido tan difícil comunicarme contigo...-su voz se oía tan aplastada de dolor-Yo no sé como....decirte esto...
-Vanessa, Vanessa tranquila, respira y relájate. Dime qué pasó.
-No puedo tranquilizarme Sophia....él...está muerto.-estalló en llanto.
-¿Él? ¿Qui-quién es él?-la desesperación y angustia se apoderaban de mi.
-Lucas-susurró.
Sentí como todo se venía abajo. Por un segundo no lo creí. La respiración empezó a fallarme.Él no podía estar muerto no....
-¿Lucas muerto?-repetí casi en un grito.
De inmediato las miradas se centraron en mi.
Unos brazos amortiguaron mi caída.

Los párpados me pesaban y sentía un incón en la cabeza. La luz del foco sobre mi cabeza me segó un poco cuando intenté abrir los ojos. Eché un vistazo al rededor, era un cuarto de hospital.
-Qué bueno que despertaste-dijo Marshall-¿cómo te sientes?
-Bi-bien-me incorporé-¿Haz hablado con Vanessa? La llamada se cortó.
Marshall observó al médico, el cual asintió.
-Sophia, ayer, en la fiesta de Valentino, Vanessa te llamó y...ella te dio una noticia.¿No la recuerdas?-preguntó con mucho tacto.
Un escalofrío me recorrió.
-Lucas-susurré con el poco aire que me quedaba. Quise ponerme de pie. Buscando mi teléfono.-Él no está muerto-aseguré.
-¿Qué haces?-cuestionó mi manager al verme con el celular en las manos.
-Llamarlo verás cómo contesta.
Había perdido el control por completo.
-Sophia, Sophia-entre Marshall y el médico me tomaron de los brazos y me recostaron en la cama otra vez.
-Déjenme-exigí-debo llamarlo.Él-no-está-muerto-bramé-No está muerto-estaba la borde del delirio,ahora lo reconosco.
-¡Enfermera!-llamó el doctor.
Una mujer vestida de blanco, ingresó en la habitación y mientras los dos hombres luchaban por mantenerme en la cama, la enfermera me inyectó un calmante.
Poco a poco la vista se me nubló y lo único que pude pensar fue que si Lucas hubiese estado allí, eso no hubiese pasado....

Lucas:

Cuando llegué a Italia fui directo a mi casa y cuando estuve allí, mi madre vestida de negro, me abrió la puerta.
-¡Lucas!-sollozó-Hijo,hijo-lloró mientras me abrasaba.
¿Por qué mi madre lloraba y estaba vestida de negro?
-Eres tu...yo lo sabía...mi hijito.Dios mio,gracias.
-Mamá, ¿qué pasa?
-¿Lucas?-era la voz de mi padre, proveniente de la sala.
Entré en su búsqueda. Él estaba en el sofá y al verme se puso de pie y me miró con desconsertación. Como quien ve a un fastama. Caminó hacia mi pero se detuvo, continuó observándome y de pronto se arrojó entre mis brazos hecho un mar de lágrimas.
-Sabía que Dios iba a traer a mi hijo de vuelta.
-¿Qué sucede?-pregunté una vez que me soltó-¿Por qué se comportan así?
-Hoy por la mañana, nos llamó el representante de la línea aérea y nos dijo que tu avión había caído y que nadie había sobrevivido.-la voz se le quebró.
-Lo que no sabemos es cómo estás aquí-dijo mamá.
-Perdí el avión y tuve que tomar otro.Posiblemente mi nombre no se borró del sistema. Debería ir a revisar eso pero, lo importante es que estoy aquí.-me puse de pie y los abrazé.

Tal como había supuesto, hubo un error y mi nombre no se había borrado de la lista de pasajeros. Cuando iba de camino al aeropuerto para hacer las averiguaciones pertinentes, me di cuenta de que quizá aquello no había sido un simple error. Era mi oportunidad, yo quería alejarme de Sophia y que ella se olvidara de mi y qué mejor manera de hacerlo que dejarla creer que estaba muerto, era cruel pero de alguna manera era lo mejor.
Así que cuando me presenté en el aeropuerto, di otro nombre, argumentando que era un familiar, me mostraron la lista de pasajeros. Mi nombre estaba allí.
-Eso es todo, gracias-le dije al encargado.
-Mi más sentido pésame-respondió antes de marcharse.
Salí e hice una llamada.
-¿Operadora? Quisiera el número del taller principal de Stella Pierce, por favor.
-Un momento.
Llamaría allí y pediría que me comunicaran con la mamá de Vanessa para que me pudiera decir si ella seguía en Liverpool o se había mudado ya a Italia, pues la última vez que había hablado con mi amiga me había comentado que para estar cerca de su madre, y como esta residía actualmente en Roma porque había mudado el taller de confecciones principal a Italia, ella se mudaría también.
-Gracias-respondí una vez que tuve el número.-Ciao, mi chiamo,Lucas Bartolini, vorrei comunicarmi con la signora Stella Pierce, per favore.(Hola, mi nombre es Lucas Bartolini, quisiera comunicarme con la señora Stella Pierce)
-Un momento per favore.-respondió la señorita al otro lado de la línea.
Luego de un momento la voz de la madre de Vanessa sonaba del otro  lado de la línea. Le dije que aquello de "mi muerte" era un error y que quería saber si su hija estaba en Roma, finalmente me dijo que sí y me dio la dirección de la casa en donde estaba.
-Gracias.
Subí a un taxi y fui a ver a Vanessa.

Luego de una aparición inesperada en casa de mi amiga de una larga charla llena de persuasión, logré convencer a Vanessa para que me ayudara con mi plan.En un principio se rehusó e incluso quiso llamar a Sophia para decirle que estaba allí pero pude detenerla y finalmente aceptó.
Esa misma tarde destruí mi teléfono y adquirí otro. Sophia no podía encontrarme.