viernes, 16 de marzo de 2012

Cap 27

Luego de aquel pequeño incidente en la librería, tardé mucho en pasar por ahí otra vez. Pero las circunstancias me llevaron frente a la puerta del recinto. Era el cumpleaños de mi abuelo y lo iríamos a visitar para pasar unos días con él, de manera que debía encontrar un regalo que le agradara. El hombre siempre había disfrutado de la compañía de un buen libro y en casa tenía una gran colección de los mismos, una biblioteca realmente grande y variada; de manera que convine que un buen ejemplar lo haría feliz y si era uno de aquellos antiguos libros sobre crímenes y misterios sin resolver, sería aún mejor. El asunto es que luego de pasearme por muchas librerías no pude encontrar tales tomos y de pronto me vi obligado a acudir a aquella gran reserva de libros antiguos, donde de seguro encontraría alguno como el que buscaba. Pero había algo que no me dejaba tranquilo. La última vez que había estado allí práctricamente quedé en ridículo marchándome de esa manera tan intempestiva y por lo general me costaba mucho olvidarme de acontecimientos tan vergonzosos como aquel. Mas una idea llegó a mi mente aparentemente como una salvación. Lo que me preocupaba era que esa chica me reconociera y supiera que era el extraño tipo que había huido estúpidamente pero, era un tanto improbable que ese día atendiera la misma persona en la librería pues cuando estuve ahí era lunes y ahora era sábado y podía ser su día de descanso.
Así pues, con esa idea salvadora me llené de valor y fui al tan mentado lugar. Cuando ingresé, para mi sorpresa, lo primero que vi fue a la joven de la vez anterior parada detrás de mostrador de la entrada, concentrada en la lectura de un libro que tenía la pasta bastante maltratada por el uso. Quise pasar deapercibido  pero era muy tarde, la puerta se cerró detrás de mi ruidosamente lo cual hizo que apartara su atención del libro, cosa que la insignificante campanilla que sonó al momento en que entré no había logrado.
-Bienvenido-saludo con amabilidad mientras cerraba el tomo-¿En qué lo puedo ayudar?
Yo seguía parado en la puerta sin reaccionar esperando que la tierra me tragara.
-Adelante-me invitó.
Parpadeé un par de veces y caminé hacia a ella.
-Busco un libro.
Es obvio.
-¿De qué tipo? ¿Quizá algo de poesía?
Reí ante el recuerdo y respondí negativamente.
-Algo como un libro policiaco, con misterios.
-Sí por su puesto. Acompáñeme.
Caminó entre los estantes y yo la seguí. Se detuvo frente a uno y extrajo unos cuantos libros.
-¿Son para usted?-preguntó mientras trataba de simular que no intentaba con fervor alcanzar la parte más alta de la repisa.
-No, es para mi abuelo-le dije-Déjame ayudarte-añadí.
Ella se hizo a un lado.Con facilidad le di el libro y sonriente me lo agradeció.
Me detuve un segundo en observarla.
Era bella. Tenía una hermosa sonrisa. Su piel era blanca y sus ojos claros, juntos hacían un muy bonito contraste con sus cabellos oscuros. Había algo en su rostro que se me hacía familiar y a la vez sus modos me hacían pensar que no era como las muchas personas que había conocido en mi vida.
-Aquí tiene. Estos son todos los ejemplares policiacos que tenemos.
Le di un par de vueltas a los libros, simulando que los analizaba pero lo cierto es que no tenía ni la más remota idea de aquello. Así que me aventuré a preguntarle cual escogería ella y, a diferencia mía, ella parecía haberlos leído todos y, muy hábilmente, escogió uno. Sin decir nada más, acepté y le dije que lo llevaría.
Volvimos al mostrador y le pagué por el libro para luego marcharme con la idea de que a aquella chica la había visto en algún lado.

Sophia:
Había conseguido ocupar mi agenda al máximo, de esa manera los deberes me impedirían pensar en mis problemas y pronto aprendí a bloquear el dolor que la ausencia de Lucas me causaba pero, el problema era que cuando llegaba la hora de ir a dormir tardaba horas en conciliar el sueño. Daba vueltas en la cama como una loca, prendía y apagaba la luz, leía, veía televisión, incluso salía a correr y cuando regresaba, tomaba un baño y me metía en la cama, mis párpados se negaban a pesarme. Claro que había noches en las que conseguía dormirme con facilidad pero durante la madrugada despertaba repentinamente y ya no volvía a cerrar los ojos. Todo de noche se escucha más así que el mínimo sonido parecía un concierto y me impedía descansar. Era terrible pero, aunque no durmiese, por la mañana no tenía sueño y parecía que había dormido de maravilla y no bostezaba en todo el día, lo cual lo hacía más extraño de lo que era. De cualquier manera, odiaba la noche.

Aquel fin de semana iría a Roma a visitar a mi madre y pasar un tiempo con ella. La extrañaba mucho así que me sentaría de maravilla verla y pensé que posiblemente el cambio de aire me ayudaría con el insomnio, más tarde entendí que eso no pasaría pues no pude pegar el ojo por un buen rato, y el hecho de que hubiera una tormenta no me ayudó. Siempre le había tenido miedo a los truenos pero durante las noches como aquella, siempre había estado alguien conmigo: mi mamá,Vanessa, mientras vivía con ella, Lucas....
Lucas.
Una lágrima mojó la almohada. Muchas otras la siguieron y pronto la tela estaba toda mojada.
Sentía que algo aplastaba mi corazón.
La luz de la luna entraba por la ventana. Me puse de pie para acercame. El cielo estaba estrellado, más bello que nunca.
Pero él no lo puede ver.


Por la mañana bajé a tomar desayuno y encontré a mi madre y a mi padrastro preparando la comida. Justo como lo recordaba.
-¿Chocolate?-ofreció mi madre.-¿O es demasiado para ti?
-No, está bien-respondí sonriente.
Puso la tasa humeante de líquido marrón frente a mí y se sentó a mi lado esperando que el suyo enfriase un poco.
-¿Qué les apetece hacer hoy?-preguntó mi padrastro.
-Depende de que lo quiera Sophy-dijo la mujer y se giró para verme.-¿Y bien qué es lo que se te ocurre para hoy?
Aunque la escuchaba sus palabras no llegaban a mi cerebro y no me di  cuenta de que me estaba dirigiendo la  palabra.
-¿Sophia?
Esta vez logré hablar pero no fue precisamente sobre lo que ella quería saber.
-Si pudieras reparar algún error en tu vida ¿qué sería?-le pregunté sin mirarla.
-¿A qué te refieres?
-¿No hay nada de lo que te arrepientas?
Ella me miró sorprendida y luego de unos segundos respondió.
-Probablemente pero, si pudiera arreglarlos no lo haría. Sólo cometiendo errores se aprende.
Era una respuesta razonable.
Asentí. Tomé mi tasa y me puse de pie.
-Si quieren salir, vallan. La verdad no me siento bien. Iré a mi cuarto.-comuniqué con amabilidad-Gracias mamá.-le sonreí.

La gruesa tela con la que estaban hechas mis cortinas impidió que la luz entrara y de pronto la oscuridad llamó al sueño y logré dormir como no lo había hecho desde hacía mucho. No recuerdo lo que soñé pero sí que el sonido de mi teléfono me despertó.
Era la mamá de Vanessa.
-Está muy enferma así que hemos tenido que internarla-me informó.
-Oh, Dios mio. Qué terrible. ¿En qué clínica está?
-De todos modos no tiene importancia que sepas el nombre-añadió luego de decirme el lugar- No creo que te sea posible venir desde tan lejos y con la agenda tan ocupada, sólo llamaba porque me pareció importante que lo supieras.
-No, todo lo contrario. Pasaré por ahí de inmediato. Estoy en casa de mis padres pero pensé que Vanessa estaba en Liverpool.
-No, gracias a Dios ella se mudo conmigo hace poco.-comentó-Qué bueno que vengas. Te esperamos.

-¿Cómo te sientes?-le pregunté sentándome a los pies de cama.
-Mejor. Parece que las pastillas están haciendo efecto.
Pues si eso era cierto y mi amiga estaba mejor pues no quería imaginar como había estado. Su semblante era muy pálido y tenía grandes ojeras, su cabellos había perdido brillo y su voz era frágil.
Me puse de pie y caminé por el pequeño cuarto.
-¿Y esa chaqueta?-quise saber ante la sorpresa de que en su habitación hubiera una prenda masculina.
Ella pareció sorprenderse tanto como yo pero al momento con tranquilidad aseguro que era su padre.
-¿Cuánto tiempo tendrás que quedarte aquí?
-Aún no lo sé los médico están haciendo un par de análisis todavía así que no nos lo han dicho todavía.
Asentí con los labios fruncidos.
-Lo importante es que te vas a recuperar.
-Con permiso-la puerta se abrió.
Era Josua. A diferencia de Nicholas y yo, Josua y Vanessa había mantenido su relación y eran bastante felices con eso. Como era natural había ido a visitar a mi amiga.
-¡Sophia!-exclamó con emoción y alegría-Qué bueno verte-me abrazó.
-¿Qué tal Josua?-lo saludé con una sonrisa-Sí, es cierto hace mucho que no nos vemos.
La puerta se volvió a abrir. La felicidad se me escapó del cuerpo.
-Hola-saludó, simulando naturalidad.
¿Qué diablos hace aquí?
-Josua me contó de Vanessa y pensé en acompañarlo-dijo como si pudiera leer mi mente.
La tensión se sentía en el aire. Se hizo un silencio grutal, que fue roto por el amigo de Fletcher al preguntarle a su novia cómo se sentía.
-Ya me quiero ir. Los doctores siguen haciendo análisis así que aún no sé cuándo me darán de alta.
-Tienes que ser paciente, es mejor que descarten todo ahora y que cuando salgas estés segura de que no volverás aquí otra vez-le recordó.
Nicholas seguía mirándome y yo ya no lo soportaba más, debía salir de ahí.
-Creo que ya somos muchos aquí.-dije observándolo con ojos fríos-Vuelvo luego-me dirigí a mi amiga y luego añadí viendo a su enamorado-Fue un gusto volver a verte, Josua. Con permiso.
Una vez fuera respiré profundamente

Lucas:
A mi abuelo le encantó el regalo, dijo que había sido una muy buena elección.
Al día siguiente de la celebración, estábamos sentados juntos en la sala conversando, cuando recibí una llamada de la mamá de Vanessa, al parecer su hija había caído enferma gravemente y estaba internada en una clínica en Roma y que si quería verla debía apurarme, antes de que Sophia lo supiera. De manera que me escusé con mi familia y partí a la cápital. No me detuve en ir a mi casa a dejar mis maletas, fui directo a verla.
Estuvimos un rato conversando y luego recordé que mis cosas todavía estaban en el auto, me sentí cansado y pensé en ir a casa a tomar un baño. Y así lo hice. Ya lejos del hospital me di cuenta de que había dejado mi chaqueta en la habitación de Vanessa pero ya estaba cerca de casa así que decidí volver luego por ella.

Luego de tomar una ducha caliente, cambiarme y comer algo, volví a la clínica. Pero antes de entrar en la habitación de mi amiga le pedí a una enfermera que cerciorase de que Vanessa estaba sola y una vez que dijo que sí ingresé.
-Mi chaqueta-dije mientras la tomaba- Pensé en volver por ella de inmediato pero ya estaba muy lejos.
-Fue mejor así. Sophia estuvo aquí y preguntó por ella, le tuve que decir que era de mi padre, felizmente me creyó.
Suspiré con alivio. Si hubiera vuelto aquello hubiese sido una pesadilla y todo se habría venido abajo.
Continuamos hablando hasta que el horario de visitas terminó y me vi obligado a marcharme.
Aquella noche dormí intranquilo. Visitar a Vanessa durante su estadía en la clínica era un riesgo pero ella era mi amiga y no podía dejarla en un momento tan crucial de su vida.

De alguna manera encontré, el estar en aquella librería de antiguedades, muy pacífico y placentero. Era tan callado y pocas personas se asomaban por ahí. Pronto descubrí que por mucho que quisiera evitar aquella joven, no podría. Era la única que trabajaba ahí así que si quería evadirla tendría que dejar de frecuentar el lugar y no lo haría porque los libros que habían ahí ocupaban mi mente y así ya no pensaba en mis problemas.
Lo cierto era que no solo los libros me distraían sino que aquella chica también lo hacía. Me observaba con cautela, pensando que yo no lo notaba, trataba de hacer el mínimo ruido cuando se acercaba pero de igual manera me daba cuenta de su presencia. Ella no sabía mi nombre y yo no sabía el suyo. No se lo había dicho pues aún no podía pronunciar mi "nuevo" nombre y hacer que el resto creyera que estaba seguro de lo que decía, además la oportunidad no se presentaba todavía. Mas no tardó en llegar.

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