martes, 4 de enero de 2011

Lucas... Cáp. 12

En ese momento abrí los ojos. Tenía la respiración un poco agitada. Miré en dirección de la puerta tan pronto como me desperté, y luego examiné la habitación con la mirada. No había nadie. Había sido sólo un sueño. Suspiré. Salí de la cama y fui al baño, sentía como si mi cuerpo estuviera cubierto por una espesa masa, inconformidad, quizá tristeza. Era como si realmente deseara que el sueño fuese cierto. Fui al baño y me lavé la cara. Me miré al espejo y observé como las ojeras formaban una gruesa y oscura línea bajo mis verdes ojos, mi cabello estaba bastante despeinado y mis párpados a penas se podían mantener abiertos. Procuraría dormir más temprano la próxima vez. Bajé a la cocina. Tomé una cuchara y la metí en la congeladora. Me desmoroné en una de las sillas y apoyé mi cabeza entre las manos sobre la mesa. ¿Qué había sido ese sueño? Era la primera vez que soñaba con el y valla forma de soñar. ¿Cómo era posible que de pronto, esa persona a la cual a penas podía escuchar, ahora era parte de mis sueños? Me importaba mucho, quizá más de lo humanamente posible. Me importaba demasiado lo que pensara, y no era que él fuese de la clase de persona que era fácil de descifrar. Claro que no. Me puse de pie luego de un rato y saqué la cuchara de la congeladora y me la puse sobre las ojeras. Un viejo secreto para hacerlas desaparecer. Me volví a sentar. Habían pasado tantas cosas en tan poco tiempo que parecía extremadamente extraño. Me había perdido en un bosque, me había picado una araña, me habían internado, descubrí que el chico misterioso era el artista a quien yo tanto odiaba, el cual luego pasó mucho tiempo intentando recobrar mi confianza una vez más, no sin antes suplicar ser perdonado, luego me invitaron a una fiesta y finalmente estaba ese beso que no fue un beso.

Encontré a Nicholas a la salida de mi clase de baile y me sorprendió muchísimo verle ahí, recostado sobre un auto. Me quedé un rato con la puerta sostenida, observándolo, esperando su reacción. Sentí como mi respiración se aceleraba y como mi corazón palpitaba más rápido. Me sentí repentinamente diferente, tan sólo con verlo. Él no hizo nada. Tan sólo un par de chicas se le acercaron y no se negó a firmarles un autógrafo. Cuando ellas se fueron él volteó a mirarme y me sonrió, no pude evitar sentirme nerviosa. Con mucho esfuerzo logré llegar a su lado y hablar.

- ¿Qué haces aquí? -cuestioné mostrando mi amargura, la cual él sintió que iba dirigida para él. Mas no era así, aún me sentía enojada conmigo misma por lo sucedido el día anterior.
- Vine a invitarlas a almorzar -respondió intentando ocultar el golpe de la rudeza de mi voz. Lo había sentido- Pensé que podíamos discutir el plan para evitar que te marches.
- Suena bien -dije intentando no mostrar todo el entusiasmo que por dentro sentía.
- Muero de hambre -interrumpió Vanessa que una vez más salió de la nada absolutamente.
- Un día de estos me vas a matar de un susto -reclamé.
-Lo siento.

- ¿Es una nueva adquisición? -inquirió Vanessa una vez dentro del carro.
- Sí, es una regalo de la disquera -respondió Nicholas sin apartar la mirada del camino.

Se desvió en una calle y llegamos a una gran reja negra. Saludó a un hombre, el cual le abrió la puerta y lo dejó pasar. Frente a nosotros se dejó ver una gran residencia, muy bella y lujosa.

- Mamá tuvo que hacer unos cuantos arreglos respecto a la decoración, quien la alquiló fue mi padre y ella no estuvo muy contenta con ciertas cosas cuando llego -comentó Nick mientras abría la puerta principal y nos invitaba a pasar a la sala.
- ¿Los famosos alquilan casas?
- Sí, en ocasiones como esta.

¿A qué se refería con "en ocasiones como esta"? Yo me mantenía ajena a la conversación que ellos mantenían. Cuando nos sentamos en el comedor y el tema principal pasó a ser el problema de mi traslado, las cosas no cambiaron. Permanecí callada observándolos debatir cual sería la mejor alternativa. Era extraño ver como dos adolescentes discutían acerca de mi futuro. Parecía que ellos eran mis padres. Por momentos Nicholas me miraba, intentando descifrar el secreto de mi silencio pero al no conseguirlo respiraba profundo, desviaba la mirada otra vez hacia mi amiga y asentía. Se frustraba.

- ¿Sucede algo? -cuestionó Vanessa.
- No, no claro que no.
- Estás muy callada -opinó Nicholas.
- Sólo prestaba atención -respondí mirándolo, sin poder evitarlo y el sonrió.
- Entonces... ¿qué piensas del plan? -preguntó
- Es muy posible que mamá y Andrew acepten que me quede con Vanessa.
- Entonces solo queda llevarlo acabo -dijo mi amiga. No tuvo respuesta. Nos mirábamos, atrapados en las miradas del otro.
- ¡Oigan! Parece que sobro aquí -opinó ella- ¡Hey! ¿Por qué no simplemente se ponen de pie, se dicen “te quiero” y terminan con ese beso no beso de ayer? -fue justo ahí cuando reaccioné. Se suponía que no debía saberlo.
- ¿Qué cosas dices Vanessa? -apenas pude hablar, estaba nerviosa. Nicholas se sonrojó y soltó una risita.
- Sí, claro -se burló.

Mi madre había aceptado aunque no de inmediato. No le incomodaba que me quedara con Vanessa y su madre pero sí la idea de tener que dejarme. Preguntó si eso era realmente lo que yo quería y yo le dije que sí. Se puso triste así que le aseguré que sería solo por un tiempo no muy largo, realmente no soportaría estar lejos de mi familia por muchos tiempo. Casi ignorando lo que le dije advirtió que vendría visitarme y que estaría al pendiente. Acordó enviar una pensión mensual para los gastos necesarios.

El sol entró por la ventana y me dio de plano en la cara. Abrí los ojos con un poco de pesadez y me puse pie. Me asomé por la ventana y observé a la gente pasar. El paisaje era típico de la época de verano, niños corriendo de un lado al otro, el sol irradiando sus rayos y una gran sonrisa dibujada en cada rostro.
Mi celular sonó y me distrajo. Un nuevo mensaje de un número desconocido.

"Hola Sophia, soy Lucas, llegué esta mañana a Liverpool espero poder verte. Te extrañé mucho."

¿Lucas? ¡Oh por Dios! ¡Lucas está en Liverpool! Comencé a dar pequeños saltitos por toda la habitación hasta que me caí. Me puse de pie y salí corriendo hacia la habitación de Vanessa. Toqué la puerta como una loca y al ver que nadie abrió entre sin más ni menos.

- Vanessa despierta -pedí mientras la sacudía.
- ¿Qué? -balbuceó
- Es Lucas. ¡Está en Liverpool!
- ¿Lucas? -se levantó como si la hubiera tirado con una catapulta.
- Sí, sí está en Liverpool.
- Genial -se podía sentir la emoción que en ella nacía.
- Iré a verlo -informé.
- Yo voy contigo.
- Pero quiero ir ahora mismo -aclaré.
- Sólo dame 5 minutos -suplicó. Era mentira, mi amiga se demora más que cualquier persona en este mundo para alistarse.
-Mejor dicho, 1 hora. Vanessa, sabemos que no demorarás 5 minutos.

Cuando por fin pude persuadirla de la realidad me dejó ir. Tomé un baño fugaz y me puse lo primero que encontré. De camino al centro, en donde estaban la gran mayoría de hoteles y donde de seguro estarían hospedados, tomé el teléfono y llamé a Lucas al teléfono que figuraba en el mensaje.

- ¿Diga? -escuché su voz del otro lado de la línea.
- ¡Lucas! -grité
- ¡Auch! -se quejó- Tus gritos no han cambiado ¿eh? -un lindo acento italiano adornaba sus palabras.
- Ja-ja que gracioso -fingí molestia.
- ¿Ahora eres amargada?
- No -respondí riendo- No puedo creer que estés en Liverpool… ¿en qué hotel estás hospedado?
- En el Marriott
- ¿Será que puedo ir? -Como si ya no estuvieras de camino...
- Por supuesto
- Allá voy -Mejor dicho, ya llegue...
- Te espero -colgó

Aparqué fuera del hotel y fui directo a la recepción y pregunté por él.

- Habitación 905, 9no piso, por el ascensor a la izquierda -informó la señorita detrás del mostrador.
- Muchas gracias

Pedí el elevador y cuando llegué corrí hacia donde me habían indicado. Toqué la puerta intentando guardar mi emoción.

- ¿Si? -respondió
- Servicio a la habitación -fingí
- Claro, pase -abrió la puerta y se dio vuelta. Salté sobre su espalda y me aferré a él.
- ¡Hey! ¿Qué le pasa? -se asustó
- Es un asalto -exclamé con voz de hombre
- ¿Qué? Oiga yo no tengo dinero -bajé de su espalda sin poder contener mi risa. Había palidecido del susto y apenas podía comprenderlo. Cuando notó que era yo sin decir nada, me abrazó con toda su fuerza.
- Sophia -susurró contra mi cabello.
- Lucas, te extrañé demasiado.
- Y yo más a ti, ratoncita -algo en mi se sacudió cuando me llamó así. Me recordó mi infancia.
- Ya no soy tan pequeña -objeté apartándolo un poco. Cuando éramos pequeños, antes de que él se marchara, Lucas era más alto que yo y me decía ratoncita.
- Siempre lo serás -dijo sonriendo. No pude evitar sonreír también.

2 comentarios:

  1. awwwwwwww que lindo encuentroooo!!! me muero por el siguiente. conti^^

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  2. ay que tierno ratoncita jajajaja es supre lindo amo tu blog no olvides publicar pronto
    besos
    paula

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