lunes, 19 de diciembre de 2011

Cap 23

Aquella noche no pude dormir, no pegué el ojo ni un segundo, la angustia me mataba. Había llamado a Lucas tantas veces y había dejado tantos mensajes de voz que su bandeja estaba llena y ya no podía dejar ni uno más. ¿y si algo le había pasado? No paré de dar vueltas, contemplando las posibilidades de aquello que le podía haber pasado, todas las desgracias imaginables las pensé en una noche. Cada vez se hacía más tarde y él no aparecía. A sus padres les había dicho que ya había subido a su dormitorio y que estaba muy cansado, que no quería que lo molestaran. Gracias a Dios eran de los padres que respetan la decisiones y opiniones de sus hijos de manera que fueron a dormir con tranquilidad, mientras que yo sufría mi propio y privado calvario.
Unos pasos en el pasillo me pusieron sobre aviso. Caminé hacia la puerta y la abrí.
-Lucas-susurré desde el umbral de la habitación.
-Estoy cansado-respondió sin verme, casi llegando a la puerta de su dormitorio.
Caminé sin hacer mucha bulla pero con rapidez y lo tomé del  brazo arrastrándolo detrás de mi hasta el interior de mi habitación. Cerré la puerta y me giré para observando, esperando al menos que se disculpara pero se quedó en silencio con los brazos cruzados como quien espera que algo acabe con rapidez.
-No vas a decir nada....
-¿Hay algo que decir?
-Sí, como por ejemplo explicar dónde diablos te metiste, o por qué no contestaste mis llamadas. Tienes idea de como ha sido la noche para mi.-comencé a reclamar con un grito sofocado que sonó como un ronroneo furioso- Le mentí al resto para que no se alteraran y finalmente me quedé sola  con la angustia. Pensé todas y cada una de las posibilidades de aquello que te podía haber pasado...yo incluso pensé que podrías haber muerto y...-la voz me falló y sentí como una lágrima corría por mi mejilla.
Lucas pareció flaquear en su ruda posición y soltó los brazos a los lados, dejando escapar un pesado suspiro.
-Lo siento-se acercó y limpió la lágrima con su pulgar.-No quise hacerte llorar.
-Como sea...el tema es que al fin llegaste.
-Fui al pueblo, necesitaba pensar y estar a solas por un tiempo y por eso no te contesté pero no pensé en que te ibas a preocupar tanto aunque supongo que es lo más obvio. Pero aún podemos sacar algo bueno de esto...-lo miré intentando obtener una respuesta a aquella frase-por fin y creo que por primera vez, me entendiste de verdad, eso que sentiste hoy, esa terrible angustia, la he sentido yo también y la siento todos los días, al percibir lo incierto de tu futuro que de alguna manera es el mio.
No respondí y miré al piso. Él tomó mi rostro con más firmeza entre sus manos y lo acercó al suyo pero me hice a un lado con rapidez.
-Lucas...sobre lo de hoy, creo que no....
-Ya lo sé-había llegado al punto más rápido que yo.-Lo suponía, los sentimientos no cambian de un día para otro ¿verdad? Buenas noches.-dicho esto se hizo a un lado y salió de la habitación.

La mañana siguiente de que regresé a casa Marshall me citó en su oficina para tener una conversación corta y precisa sobre el negocio y luego empezar con el "entrenamiento". Me dijo y explicó que él pondría todo de su parte y que le empresa invertiría mucho dinero en mi pues confiaba en el futuro que yo parecía tener como modelo y que a cambio él sólo me pedía que no lo defraudara, siguiera sus reglas y ordenes al pie de la letra y que nada saldría mal, que no me descuidara y que él se ocuparía de que las cosas salieran tan bien como se podía. También dijo que aquello del modelaje era cosa de saber con quienes frecuentar, de buena presencia, buenas fotos y de saber cuidar el cuerpo y la salud "No queremos famosos enfermos ¿cierto?" había dicho. Me presentó a una amble señorita de apellido Bernardini, la cual me habló sobre la buena y saludable nutrición que debía tener me dio una lista de lo cual podía comer y lo que no, nada nuevo, ya había pasado por aquello al ingresar en la escuela de baile; luego conocí a otra mujer, quien me llevó a un salón donde había una pasarela, me hizo subir y caminar con los tacones más altos que jamás había usado, una y otra vez, mientras me da instrucciones de cómo mover los brazos y hacer que mis pasos y giros fueran de acuerdo con la música que sonaba en el fondo.
Estaba exhausta pero no me dejaron descansar pues un joven me acompañó hasta otro salón donde me dejó con un grupo entre hombres y mujeres comandados por un hombre de extraños comportamiento, quien luego de escuchar unas rápidas advertencias y recomendaciones de parte de Marshall prosiguió, trabajando sobre mi rostro, cabello, manos, pies, etc...
Cuando me miré al espejo no fue fácil reconocerme, jamás había visto mi piel con un aspecto tan lozano y perfecto, mis ojos se veían más grandes aún y mi rostro tenía perfiles muy marcados, extraordinario. Mi cabello tenía un brillo más intenso y un volumen que respaldaba el marco interesante de mi rostro. Me veía justo como aquellas bellas muchachas de rostro interesante que había visto la tarde en que llegué a la agencia para ayudar a Roger Ackroyd.
Más tarde fui llevabada con un camarógrafo quien, antes que nada, buscó el mejor ángulo de mi rostro y luego el de mi cuerpo y rostro en conjunto, para luego, enseñarme cómo usar mis gestos, hasta los más extraños, para verme como de revista. Me dio muchas instrucciones,igual que el resto de personas que había visto a lo largo del día, sobre cómo poner la mano, los labios, la cabeza,etc...
Finalmente terminé exhausta.

Dormí lo que quedó del día y la mañana siguiente. Para cuando desperté era ya medio día. Mi mamá me pidió que la acompañara al centro comercial para hacer las compras de navidad, no tenía nada más que hacer así que decidí acompañarla, al menos así pasaría un poco de tiempo con mi madre.
Luego de mucho comprar fuimos a una cafetería. Hicimos nuestros pedidos y luego fui a comprar un periódico para mi madre.
-Tu padre se llevó hoy el periódico a la oficina y no pude ni leer una sola línea-comentó mientras recibía el montón de papel impreso.-Quieres la sección de espectáculos?-ofreció alcanzándome el artículo, mientras me sentaba.
Lo tomé y comencé a leer las noticias mientras comía mi ensalada distraídamente. De pronto sentí el pedazo de fresa, que me había metido en la boca segundos antes, atravesado en la garganta. Tosí con fuerza hasta que me sentí mejor y pude respirar.
-¿Estás bien?-preguntó mi madre con desesperación mientras me alcanzaba un baso con agua.
-Sí, sí, gracias. Estoy bien.
Pero no lo estaba.
Yo apenas lograba respirar sin pensar en él y resulta que Nicholas ya tenía una nueva pareja. Y además lo gritaba a los mil vientos.
Pero bueno, qué podía esperar de alguien que no sentía ni había sentido nada por mi jamás.




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