lunes, 13 de diciembre de 2010

La araña… Cáp. 2

-Hey ¡Claudio...!- grité mientras lo seguía- ¿A dónde vas?
-Al centro de la ciudad
-Al centro del bosque dirás. Es hacia el otro lado-informé apuntando con el dedo en la dirección opuesta
-Claro- rió fingidamente
-Bueno, ya que lo sabes- dije irónicamente- me voy.
Giré para regresar y en ese momento me percaté de que nos encontrábamos en medio de un gran claro y de que no tenía la mínima idea de como volver.
-Creo que ya llegaste a tu destino
-¿Por qué?- se extrañó
-Porque estás en el medio del bosque
-Genial y para colmo cada vez se me hace más tarde
-Sí, y ese no es el único problema-continué
-¡¿Qué?! ¿Hay más?
-Creo que nos perdimos
-¿Cómo? Tu no te puedes perder, se supone que eres de aquí-dijo colocándose ante mí.
-Sí, pero eso no quiere decir que no me pueda perder
-Trataré de llamar a alguien para que me pueda ayudar-se dio la vuelta
-¿Me pueda ayudar? Hola... estamos perdidos. Estamos, plural, nosotros, los dos- le aclaré como un niñito, poniendo yo esta vez delante de él.
-No me trates como a un idiota
-Lo siento, pero es lo único que me haz demostrado ser
-Mira, dejemos de pelear y busquemos la manera de salir de aquí
-Bueno- sacó su teléfono y yo me senté en una roca que había ahí.
-Es inútil, aquí no hay señal- levanté la mirada y pude ver su rostro de espanto
-¿Qué pasa?- cuestioné un tanto alarmada-¡Ay!- sentí un pinchazo en el cuello.

Corrió hacia mí y puso mi cabeza de costado.

-¡Au! me duele mucho- realmente era terrible
-Tranquila. Dime lo que sientes-
-Un gran dolor, es como si me quemase- las lagrimas empezaron a brotar de mis ojos
-Espera
-¿Qué haces?
-Debo encontrar la forma de comunicarme con alguien
-¡Claudio! ¡Ay! ayúdame...-
-Aguarda- Sacó su móvil y marcó
-Ya te dije que no hay señal aquí- dije entre dientes resistiendo el dolor. De pronto su rostro de esperanza se iluminó con una gran sonrisa
-¿Alo?-
-...-
-En un bosque, perdido-
-...-
-Cerca de la playa-
-...-
-Con una muchacha. Traigan una ambulancia, una araña le picó en el cuello-
-...-
-Ok, pero no se demoren. Adiós -colgó- Tranquila, ya vienen por nosotros- se aproximó a mi y sentó a mi lado.

El dolor era insoportable. Empecé a sentir un gran calor y refrescantes gotas heladas que recorrían mi frente. Era un sentimiento punzante y desesperante el que tenía. Me aferré a su chaqueta en el momento en el que sentí un fuerte aguijonazo más, luego me dio un gran mareo y tuve la sensación de desmayo.

-Despierta, llegaron por nosotros...-susurraron
-¿Cómo?- me sentía muy adormecida y mareada. Cuando intenté ponerme de pie no pude. Estaba muy débil y afiebrada.
-¡Por aquí! -gritó- Vamos Sophia, no te duermas...- la voz se fue alejando mientras yo me desvanecía. Lo último que sentí fue que levantaron en brazos y luego me depositaron en una camilla.

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