miércoles, 22 de diciembre de 2010

Perdiendo el control... Cáp. 8

Había estado pensado sobre si era correcto llamarla pero no sabía qué hacer. Me resquebrajaba la cabeza tratando de encontrara la mejor solución pero a todas le encontraba un error. Dos semanas y ni una sola solución. Mi celular sonó y contesté de inmediato, como la había hecho desde aquella noche, con la esperanza de que fuese ella.

-¿Sophia?
-No, soy Joshua-no había hablado con él desde hacía dos semanas.
-Ah... hola- mi voz, antes llena de entusiasmo, se convirtió en apenas un susurro inaudible
-¿Sucede algo?- mi amigo me conocía demasiado bien
-No, nada...- intenté mentir
-¿Cómo que nada? Hermano, no contestas mis llamadas desde esa noche en la que saliste con Sophia ¿qué fue lo que pasó? ¿No fuiste a ese... cómo se llama...?
-Mirador- complementé
-Sí, eso. ¿No fuiste allá con ella?
-Sí, si fui
-¿Y qué pasó?- se sentía entusiasmado

No quise responder. Sentía que la voz se me haría añicos

-Anda, cuéntame- insistió. A veces me sorprendía su gusto por los chismes, pero esta vez era distinto, le importaba qué me estaba pasando.

Replicó por bastante tiempo hasta que...

-Ya pues dime...
-¿Qué quieres que te diga? ¿Que sabe quién soy? ¿Que ahora me odia? ¿Que no quiere saber nada más de mí? ¿Que soy el idiota más grande del mundo? ¿Que nunca pensé que me sucedería esto? ¿Que jamás pensé enamorarme ni sentir lo que siento ahora? ¿Que prefiero tirarme de un puente a seguir viviendo así? ¿Que no encuentro la manera de curar ese gran hueco que hay en pecho? ¿Eso querías saber? Pues bien, ya lo sabes ¿Contento?
-Pero...
-Adiós...

Me sentí eufórico, como loco, una gran corriente de molestia recorría mi columna de arriba a abajo. Mi respiración era rápida... mi corazón latía a mil por hora. Sentí la necesitad de apoyar mi mano sobre él, a fin de que si se escapara, por los brincos que daba dentro de mi pecho, lo pudiera alcanzar. No podía ser que me sintiera así. Tan mal, como si el mundo se estuviera cayendo. Sé que suena melodramático, pero así era. Esto se veía solo en las novelas, y yo pensaba que solo podía pasar dentro del televisor. Pero no, yo lo sentía. Tenía la sensación de ser el protagonista de una novela de amor, de esas en la que apenas se conocen y ya no pueden vivir el uno sin el otro. Tomé mi teléfono, sin importarme nada, y la llamé, la volví a llamar e intenté una vez más, y otra más y una más.

-¿Por qué no contestas...? Justo ahora que más te necesito; solo una vez y ya...
-Hola- al oír su voz tan alegre pensé que todo se había solucionado- En este momento no puedo atenderte, deja tu mensaje y te llamaré luego. Adiós...

Demonios. Maldita casilla de voz...

-Sophia lo siento... en serio... no lo hice por dañarte, solo quería ser tu amigo... necesito hablar contigo por favor. Lo siento mucho. Adiós- tuve que colgar, esperaba decir algo más largo pero no pude, la voz se me quebró. Una lágrima cayó sobre mi pantalón, seguida por otra. ¿Estaba llorando por una chica?

Volví a llamar y a dejar otro mensaje y así sucesivamente, pero siempre se me quebraba la voz. Demonios. Durante toda la noche, el día siguiente, el día siguiente a ese... durante la semana, continué llamando cada vez que podía, incluso en los descansos de mis ensayos o entrevista. Jamás tendré vacaciones ¿o si?

Sophia POV's:

Nicholas me llamaba diariamente y si no era una llamada, entonces era un mensaje de texto o voz. Lo peor de todo era que, en muchos de sus mensajes de voz se le notaba que la voz se le había quebrado, lo que me hacía pensar que, había llorado, por mi. Ya estaba cansada de esto, así que decidí bloquear su número. Había interrumpido una entrevista con el decano de la universidad. No podía creer que fuera él en realidad una superestrella, pero así fuera la reina de Inglaterra, había hecho lo que más me dolía que me hicieran: mentir. Simplemente odiaba eso y nunca lo pensé de él. Ya después de varias semanas del incidente decidí ir al mirador que frecuentaba con mi abuelo, necesitaba un respiro, ordenar mis ideas y despejar mi mente. Al llegar me acerqué a la baranda del mirador donde podías ver toda la ciudad cuando de pronto sentí que alguien me llamaba...

-¡Sophia!- Llamó Nicholas
-Genial- susurré con un tono sarcástico- Hola Nicholas... si ese es tu verdadero nombre claro-muy en el fondo me dolía saber que estaba sufriendo, pero me sentía engañada.
-Si lo es... bueno yo...
-Lo siento Nicholas pero estoy muy ocupada, así que me tengo que ir...- lo interrumpí pero en ese momento él volteó y me tomó del brazo y dijo
-No, espera Sophia. Necesito hablar contigo y esta vez no dejará que te vallas
-Ya que me tienes prácticamente prisionera, dime de que quieres hablarme
-Sophia no sabes lo mucho que he tratado de comunicarme contigo y siempre que podía venía al mirador con la esperanza de encontrarte...
-No tengo mucho tiempo así que anda llegando al punto por favor...- Deberían darme un Oscar a mejor actriz.
-Está bien, yo no me acerqué a ti con alguna mala intención... sólo que te vi tan triste, molesta que... no sé, fue como un acto involuntario acercarme y hablarte. Y te pido perdón de todo corazón... yo sólo quería conocerte- se oía tan sincero que en ese instante tenía ganas de saltar a abrazarlo y perdonarlo.
-Mira Nicholas... no voy a decirte lo mal que estuvo haber hecho eso porque creo que tu mismo lo sabes, aunque si te voy a decir que me dolió mucho y que perdiste toda mi confianza... y espero no arrepentirme más adelante de lo que te voy a decir ya que... tal vez te puedo dar otra oportunidad pero dependerá de ti recuperar mi confianza...
-¿Es en serio? Claro, ¡te lo prometo!- dijo él como cuando un niño le promete algo a su madre después que ésta le ha regañado
-Así que si quieres podemos iniciar de nuevo
-En ese caso... Hola, soy Nicholas Fletcher ¿y tu?
-Encantada, me llamo Sophia Anderson- reímos los dos

Nos quedamos hablando alrededor de una hora y media en el mirador hasta que me di cuenta que se hacía tarde. Nicholas me llevó a mi casa y cuando entré, llamé inmediatamente a Vanessa para contarle absolutamente todo. Ella compartía la misma opinión que yo acerca de que no debía ceder tan fácilmente; pero por alguna extraña razón estaba más que feliz que todo se había solucionado con él.

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